domingo, diciembre 24, 2006

Tres platos entre la retina y el paladar


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Cuando llegué a Santa Fe de Bogotá, capital de Colombia quedé muy desconcertada porque me imaginaba un lugar lleno de guerrilleros asaltando las avenidas, algo parecido a los relatos que se suelen escucharse en la TV, pero una vez ahí, fue muy distinto. Bogotá ofrece a sus visitantes todo lo que una ciudad moderna puede brindar: diversa vida cultural, con bellas construcciones coloniales, así como una, sorprendente arquitectura futurista, espléndida selección de restaurantes, pub y clubes nocturnos con gran variedad de comidas y diversiones.

A este escenario se suman sobrecogedoras imágenes de pordioseros y barrios de chozas que parecen “pecas” impresas en la urbe. La vehemente mezcla de pobreza y desarrollo que se experimenta hacen de Bogotá, una de las metrópolis más caóticas, fascinantes y agresivas que haya visitado.
Cara a cara con el Viudo de Bocachico

Una de las situaciones más incómodas de mi estadía en Bogotá, fue enfrentarme a las cartas de menúes de los restoranes. No sabía qué pedir, todos los platos se me hacían ajenos. Así que no me quedó otra cosa que preguntarle al mozo

- Buen mozo (nada que decir un mulato estupendo) tiene pescado frito con papas

-Vieja que yo le tengo algo muy parecido un Viudo de Bocachico

mmm... comprometedor ¿No? Debo reconocer que me pasé mil royos, incluso pensé que era una broma.

- Vieja esto es un pescado frito que se acompaña con yuca

Acepté de una porque en Perú había probado este tubérculo que es muy parecido a la papa pero me atrevería a decir que es más sabroso. Cuando llegó el plato que esperaba ¡ESPANTO! Ahí estaba intimidada por un pescado que me miraba fijo a los ojos, venía entero afirmado entre dos plátanos fritos. A un costado las rodajas de yuca aliñadas con trozos de arracachas, una especie de zanahoria blanca, y ahuyama que para nosotros es la calabaza o el zapallo. Conclusión la impresión fue grande, pero una vez decidida a probar el cocinado, muy pero muy sabroso.
Pink pollo

De nombre sonaba bonito me imaginé un pollo tierno, de carne rosada. Pero...

- ¡Oh no!, señor qué es esto (apunte el trutro que venía cubierto con una gelatina rosada, de muy feo aspecto)

-Vieja es pollo bañado en salsa de yogurt de frutilla, con un acompañamiento de plátanos fritos y zanahoria. Sé que le gustará.

¿Exótico? ¿Erótico? ¡Narcótico! Ni en pelea de perros me comía eso era demasiado malo. Ósea igual hice un intento pero me fue imposible tragarlo, de partida porque el pollo estaba sancochado no cocido y porque la mezcla de sabores agridulces no me gustó. Al final lo único que me serví fueron los plátanos cocidos que por lo demás son muy agradables.


Desayunando a lo rey

Todos los días con un rico desayuno bufet abierto iniciaba mi rutina. En Chile, nunca he comido tanto como lo hacía allá. Verdaderos panzones de frutas tropicales: guaraná, melón, patilla (sandia), piña, maracuyá, guayaba; chocolate caliente, pasteles, jugos naturales ¡mmm... se me hace agua la boca de sólo recordarlo. Pero sin duda, tengo que rescatar el Tamal Bogotano, una especie de humita que en vez de tener hojas de choclo, trae hojas de plátano rellenas con una masa de maíz, que incluye longanizas picadas, costillas de cerdo y un pollo sin deshuesar, todo mezclado con arvejas, garbanzos y hongo. Esto último es una salsa que se hace con cebollines, tomates, mantequilla, leche, queso rallado sal y pimienta. Un guiso para glotones pero que en un ambiente tropical como el de allá no afecta a los rollitos.

En mi viaje a Colombia, disfruté de un festín difícil de olvidar no sólo por la extravagancia de los sabores sino también por el aspecto de los platos. Por último, para quienes tengan la oportunidad de ir a esta tierra húmeda y candente no olviden acompañar sus almuerzos y cenas con el típico pan de bono, es delicioso, está echo de maíz, almidón de yuca, huevos y queso. Y cuando regresen a donde se hospedan luego de un banquete en un restorán no se vayan a desorientar porque no son ustedes los que perdieron las coordenadas. Esta ciudad tiene un insólito sistema vial donde las calles nunca tienen sentido fijo. Nos vemos en un próximo panzón.