domingo, marzo 14, 2010

La ampolleta que sobrevivió 4 terremotos, una demolición y un portazo

Era mi cuarto día de trabajo comunitario. El sector de Santa Emilia en Sagrada Familia estaba convertido en escombros. Sí, en escombros. Un 80 por ciento de las casas en el suelo, y las personas seguían muy nerviosas por las constantes réplicas. El terremoto de la noche del 27 de febrero dejó a casi todos sin hogar. Pero en medio de tanta tragedia una ampolleta sobrevivió para que se contara su historia...

Durante la mañana del jueves 11 de marzo, día en que la Presidenta Michelle Bachelet, entregaba el gobierno a Piñera, la cuadrilla de los "Hermanitos" exiliados, se dirigió al cruce Los Quillalles, para despejar el sitio de una de las tantas casas que se cayeron con el terremoto. La idea era rescatar el máximo de madera posible para que luego pudiese reutilizarse en la reconstrucción.

Cuando llegaron al lugar se encontraron con un cartel que decía "Gracias Señor... Chile". Un gesto de agradecimiento que se contrastaba con el escenario deprimente de las consecuencias del terremoto.

Fue así que motivados por aquel cartel verde-amarillo los "Hermanitos " comenzaron a trabajar y a arrumar las decenas de maderos que se mezclaban con los escombros. Aparecían pedazos de telas, de muebles, de tazas. Todos inutilizables, pero de pronto en medio de toda la ruma estaba la Ampolleta.

Blanca y con un poco de polvo en sus extremos la Ampolleta, esperaba ser rescatada, cuando a eso de las 11. 30 de la mañana un ruido gutural avanzaba rápidamente desde las profundidades de la tierra para convertirse en un gran movimiento telúrico -de 7,4º Richter aplanó aún más los escombros-. La cuadrilla se alejó ante la posibilidad de sufrir un accidente y la Ampolleta anheló su rescate, mientras tanto la tierra seguía vibrando lentamente.

A los minutos después y ya más tranquilos los "Hermanitos" volvieron a sus puestos de trabajos, pero no alcanzaron a correr un palo cuando la tierra se comenzó a mover nuevamente, esta vez el sonido brotaba para invadir el lugar, y los tendidos eléctricos se movían como si fueran culebras venenosas. De los sitios aledaños las personas se abrazaban y lloraban, otros rezaban y otros corrían. ¿Cuando acabaría? El movimiento se detuvo y todos comenzaron a hablar ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto temblor? ¡Papito cálmese! Nuestra casa, lo perdimos todo, el otro día se me cayó un muro sobre el cuerpo mire como tengo las piernas, mire mis
brazos, mi espalda. ¿Hubo cambio de mando? ¿Dónde fue el epicentro? No hay comunicaciones. Donde están trabajando viven dos abuelos y mire como quedó. No sé para qué dan gracias a Dios. Lo perdieron todo. Hasta un chivito hay muerto bajo los escombros. Tengan cuidado. Para que se arriesgan, porque vienen a ayudarnos. Estamos enfermos. Todos agitados, bombas y sirenas. Rescatistas preguntando por posibles víctimas y de pronto... otro terremoto más, el tercero en menos de media hora. ¿Y la gente? ¿Cómo estarán? ¿Habrá más muertos? Autoridades suspendieron las actividades. Todos debían volver a sus casas y estar tranquilos durante el resto del día.

Pero entre un
terremoto y otro en esas tantas conversaciones la cuadrilla de los "Hermanitos" se enteró que en la casa en que estaban trabajando, los muros se habían terminado caer con la ayuda de una máquina. A esa altura la ampolleta ya había sobrevivido a 4 terremotos y una demolición.

Al día siguiente, la ampolleta seguía intacta esperando ser rescatada y los jóvenes comenzaron a trabajar. De pronto una de las "Hermanitos" pisó en falso unos bloques de adobe y se tropezó con una puerta muy grande que arrastraba. La puerta cayó sobre la ampolleta. Y el destino que pudo ser cientos de partículas de vidrios esparcidas por el suelo no fue.

Cuando levantaron la puerta, la ampolleta seguía intacta, y cuando entró en contacto con el sol irradió una luz incandescente. Era el alma de Chile, que se elevó en el espacio para contagiar a todos de esperanza y gritar una vez más ¡FUERZA CHILENOS!