Pérdida
Tengo nostalgia del hijo que perdí porque aún sin conocer su rostro ya aceptaba que era mío.
Tengo nostalgia del hijo que perdí cuando mis amigos hablan de los suyos como si fueran querubines.
Enanitos gigantes, peladitos con rulos. Tengo nostalgia.
Tengo nostalgia del hijo que perdí porque aún sin saber si su padre estaría, daba fe que mi amor era suficiente para hacer de él un niño feliz.
Tengo nostalgia.
Y es que imaginaba sus pies descalzos con pelusas entre los dedos, los pañales mojados y una sonrisa suave, inocente, con ojos cristalinos agradeciendo las caricias en sus pequeñas manos.
Tengo nostalgia, porque lo perdí, porque él decidió esperar otra vida sin darme la oportunidad de tenerlo en mis brazos.
Tengo nostalgia.
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