miércoles, mayo 26, 2010

En las nubes del infierno

Decidí tirarme a la línea del tren. No puedo decir que fue una buena o una mala idea porque todavía no puedo explicar qué pensé. Pero lo hice y aquí me ven flotando perdida entre las nubes. Nubes húmedas, frías. Nubes sin sabor, insípidas y sin olor.
Y recuerdo cuando conversaba con mis amigas durante largas horas, y acostadas en el suelo nos quedabamos pegadas en el techo pensando en aquello que deséabamos pero que no lográbamos y llorábamos y después nos mirábamos y nos reíamos y es que después de todo no nos arrepentíamos.
-¿Y ahora te arrepientes?
-¿Quién me habla?
- Eso no importa, sólo te pregunto si te arrepientes
-¿Me arrepiento?
-Sí, si te arrepientes.
- Bueno ya que me lo mencionas. Me arrepiento y me arrepiento mucho. Salí de mi casa muy temprano. Tomé desayuno, me peine, vi la hora, me sentí atrasada, agarré mi mochila y salí corriendo.
- ¿Y?
- No me lavé los dientes. Pero eso era lo de menos tenía que llegar luego.
- ¿A dónde?
- Acá
- ¿Pero quién te llamó?
- Tú, supongo
- Pero si ni siquiera sabes con quién estás hablando. Ese es tu problema.
-Seguí corriendo y aquí me ves. Y por favor no me preguntes por qué. Porque los porqués no los respondo. Lo hice y punto. Y si estoy arrepentida. Lo estoy. Por lo menos esta vez sí. Y no se te ocurra decirme. No necesito que me den sermones. Suficiente ya es bancarme todos los días el frío y la soledad de estas nubes. Este sentir falta de peso. Estado medio volátil que en un principio me gustaba pero que ahora me afixia. Y esa maldita brisa suave que golpea mi rostro.
Que nostalgia el ruido del centro, cientos de personas caminando y conversando a la vez. Olores ácidos y smog irritante que me cargaban pero que hoy se han vuelto una necesidad. Y pienso en eso, en mi infancia. Recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia. Las últimas horas con mi abuelita, sonrisas y alegrías con mi madre, las locuras de mi padre. Cosas buenas y cosas malas. Todo el día pensando. Sólo recuerdos. Momentos pasados que me han servido para sobrevivir en estas nubes de mierda que no tienen nada para descubrir.

domingo, mayo 09, 2010

Sola en una micro

Como va ser posible que no pueda callar ni un solo segundo. Todos los días digo: Andrea, ellos no tienen porqué saber qué es lo que vas a hacer cuando pases la frontera de las puertas de tu oficina. Pero sigo. Hoy me voy a la playa, ayer fui a bailar, pelee con mi papá, creo que me enamoré, hoy me llamó, ayer lo llamé. Y, ¡No paro!

La imposibilidad de callar mis temores y fantasías me deja en un estado...

Y pienso, y pienso y no dejo de pensar. Y para qué pensar tanto si al final no se llega a nada. Como si fuera muy fácil encontrarle una respuesta a las cosas que no tienen respuesta como: ¿Por qué me cuesta guardar mis secretos, que al final de cuentas dejan de ser secretos, pero no así guardar los ajenos, que quedan tan sellados que después ni siquiera me acuerdo que me los han contado?

Una vez me dije el día que sea capaz de reconocer mis limitaciones, podré comunicar mis sueños y en una de esas los convierto en realidad. Ahora creo que se me pasó la mano.


Si me pongo en el plano sentimental, amoroso de pareja, tendría que empezar a hacerme una retrospectiva de cómo he enfrentado el cuento de relacionarme con los hombres y qué actitud tomo frente a ellos. Y ahí estoy frente a un espejo observando mi pasado y me veo igual que ahora.

Tengo que reconocer que ese día me pasaron cosas jevi y en verdad quiero ser honesta porque creo que tengo que ser transparente con mis sentimientos. Pero también me gustaría saber que pasa contigo, lo digo para no engancharme si estás en otra parada o mejor dicho para ordenar mis sentimientos.

Te lo juro que esta situación de no saber pa' donde va la micro me hace pensar y sentir que soy una primeriza en el amor, pero, por otro lado, me quedo tranquila porque en verdad en este tipo de cosas siempre nos sentimos así como recién nacidos y es que lamentablemente los sentimientos no son manipulables llegan los sientes y nada más y cuando menos te esperas...