Señor Bohemia
César, he decidido ser fiel a tus andanzas. Te acompañaré desde hoy por el resto de tus días . Pero así como yo seré tu plebeyo, tú tendrás que responder a mi con los latidos de tu corazón.
Señor bohemia, tú deberás alimentar mi espíritu con tus fiestas y salidas. Me enseñarás a vivir y disfrutar de los pequeños y grandes momentos de mi existencia. Me mostrarás distintas formas de ver lo que nos mueve. Me enseñarás a comprender los valores de la universalidad de los hombres despojados de todo objetivo racial o político. Así, de ésta forma, yo volaré por el firmamento y concurriré a la luz de las estrellas para que iluminen mi imaginación y sea fácil escribir mis cuentos y poesías, sin dejar de lado mi desempeño como periodista.
Y si bien esto ha sido lo que habíamos acordamos, hoy te digo que ya no puedo más. Me siento sometido a una situación insoluble que no esperaba. Por ti, por mi, por él... ¡Sí! Por el señor Bohemía, quien dijo ser "fiel a mis andazas", pero que hasta el momento lo único que ha provocado en mi es la confusión y el desengaño a mis palabras. Convirtiendo mi mente es una maraña de conocimientos que no sabe hacia donde apuntar; mi vida desenfrenada como una veleta que gira de norte a sur sin detenerse en ningún sentido, no consigue ver un punto de partida para volver a empezar. Y así, naufragado en mis propios pasos decido no dar pie atrás porque la única forma de detener esta tormenta de sentimientos es entregar mi sangre a la tierra y mi alma al sol.
Pensando en la vida de César Dávila Andrade (Poeta , narrador y ensayista ecuatoriano nació en Cuenca en 1918. Formó parte del grupo literario Madrugada y a partir de 1951 vivió en Venezuela, donde ejerció como periodista y reafirmó su carrera en las letras. Allí, su vida bohemia y angustiosa le llevaron al suicidio en Caracas en 1967. Dávila Andrade fue un hombre fundamental en el proceso evolutivo y en la madurez de la lírica ecuatoriana de la segunda mitad del siglo XX) propongo una última reflexión, este monólogo antes del suicidio.
Señor bohemia, tú deberás alimentar mi espíritu con tus fiestas y salidas. Me enseñarás a vivir y disfrutar de los pequeños y grandes momentos de mi existencia. Me mostrarás distintas formas de ver lo que nos mueve. Me enseñarás a comprender los valores de la universalidad de los hombres despojados de todo objetivo racial o político. Así, de ésta forma, yo volaré por el firmamento y concurriré a la luz de las estrellas para que iluminen mi imaginación y sea fácil escribir mis cuentos y poesías, sin dejar de lado mi desempeño como periodista.
Y si bien esto ha sido lo que habíamos acordamos, hoy te digo que ya no puedo más. Me siento sometido a una situación insoluble que no esperaba. Por ti, por mi, por él... ¡Sí! Por el señor Bohemía, quien dijo ser "fiel a mis andazas", pero que hasta el momento lo único que ha provocado en mi es la confusión y el desengaño a mis palabras. Convirtiendo mi mente es una maraña de conocimientos que no sabe hacia donde apuntar; mi vida desenfrenada como una veleta que gira de norte a sur sin detenerse en ningún sentido, no consigue ver un punto de partida para volver a empezar. Y así, naufragado en mis propios pasos decido no dar pie atrás porque la única forma de detener esta tormenta de sentimientos es entregar mi sangre a la tierra y mi alma al sol.
Pensando en la vida de César Dávila Andrade (Poeta , narrador y ensayista ecuatoriano nació en Cuenca en 1918. Formó parte del grupo literario Madrugada y a partir de 1951 vivió en Venezuela, donde ejerció como periodista y reafirmó su carrera en las letras. Allí, su vida bohemia y angustiosa le llevaron al suicidio en Caracas en 1967. Dávila Andrade fue un hombre fundamental en el proceso evolutivo y en la madurez de la lírica ecuatoriana de la segunda mitad del siglo XX) propongo una última reflexión, este monólogo antes del suicidio.
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