La discusión
Mamá: (dirigiéndose al público) No soporto más esta situación, vean la mesa está llena de cosas, pero pareciera que no hay nada. Una tetera, queso, mermelada, las tazas y en la silla de enfrente él. Un objeto más, ¿Mi hijo un objeto? Quisiera que no fuera así, pero claro ahí está ¿Lo ven? Miren, pura indiferencia. Hace más de un mes que no me habla y ahí sigue como si yo no estuviera.
Se sirve leche, hace sonar la taza cuando revuelve el azúcar y en ningún minuto me mira.
(Madre mira al hijo)
Mírame. ¡Yu ju!, estoy al frente tuyo ¿Me ves o sigo siendo un ser invisible? Hijo por qué no me hablas ¿Qué hice para que me hicieras la ley del hielo? O acaso yo soy el objeto.
En la cocina hay olor a gas (…)
Sin sábanas
Sin un colchón
Duerme tranquilo cono un lirón
Seco el corazón
Hay olor a gas
Hay olor a gas
Mamá: ¿Qué estará pensando? ¿Qué pasará por su cabeza? ¿Me quieres hablar? ¿Cómo dura tanto sin decir ni una sola palabra? Yo quiero hablarle, pero voy a esperar a que él lo haga.
Hijo: Uuuh! menos mal me acordé mañana tengo que ir a esta wea de nuevo. Que paja.
(Mira a su mamá)
Si fuera papá sería todo tan distinto, yo le hablaría a mis hijos, pero ahí tienen a esta vieja me mira como si nada. Hace más de un mes que no me habla y para lo único que se acuerda que existo es para llamarme a comer, como si comer fuera importante.
Mamá: Prometo que no lo voy a llamar más a la mesa. Sé que no me gusta comer sola, pero no hay respuesta. Para qué viene si no me va a hablar.
¡Miren, tomó un pan!
La mantequilla esta a este lado así que me la va a tener que pedir. Sí, me va a hablar no le queda otra, me la va a pedir.
Ahora está cortando el pan. ¿Y si se levanta? Obvio, se va a levantar para no pedírmela. ¿Qué hará? Ahí está, tomó el cuchillo. Y si le hablo. Ya Aitie’ (no alcanza a pasar la mantequilla) (interrumpe el hijo) (comienza diálogo entre los dos, no más esteticismo)
(silencio largo, miradas agresivas)
Hijo: No me la vay a pasar. Así nos vamos.
Mamá: Claro, qué te has imaginado, llegas todos los días a la hora que se te place, no avisas a donde vas, te desapareces semanas enteras sin decir ni una palabra y actúas como si en esta casa fuéramos todos tus sirvientes, pero que te quede claro weón esto no es una hostería!
Hijo: mira en silencio y se pone a machaquear la mesa)
Mamá: ¿Y… que no vas a decir nada? Dime algo po’ weón, te estoy hablando soy tu madre.
(silencio)
Hijo: Tu no sabí na’, nunca has sabido nada, nunca te he interesado, si te hubiera interesado alguna vez, ya sabrías qué es lo que pasa. En esta casa no cachan ni una, nadie cacha ni una. Sabías que mi papá te gorrea hace más de dos años con la vecina. O que mi hermana esta metida con un weón 23 años mayor que ella.
Mamá: ¡Qué estas hablando! No te basta con faltarnos el respeto. Deja de inventar weas y alguna vez en tu vida ponte serio.
Hijo: Vo’ no cachay ni una. Nunca hay sabí’ na, nunca te hemos interesado, si te hubiéramos interesado por lo menos sabrías que mi viejo no sólo te gorreaba con la vecina, sino también con la nana y que el weón que se come a mi hermana fue tu ex pololo.
Mamá: Deja de inventar weas, weón mal agradecido. Eres lo peor, siempre te he dado de todo. Cuando querías un nintendo fui y te lo compré. Cuando quisiste ir de viaje al norte te compré todo para que fueras. Te he pagado los colegios más caros, siempre la mejor ropa y me puedes decir que nunca me he preocupado de ti.
No sé a quién chucha saliste. En nuestra familia no hay nadie como tú. Hiriente, malagradecido, arribista y embustero.
Hijo: Si alguna vez tú me escucharas. Si alguna vez abrieras los ojos más de los que los tienes. Si alguna vez lo hicieras, te darías cuenta que no estoy tan equivocado.
Hijos: Sí. Si voy a seguir. Voy a seguir hasta que me quede sin palabras porque necesito que abras los ojos y te des cuenta de una vez por todas qué está pasando frente a ti. Necesito que abras los ojos para que te des cuenta que esta familia, no es la familia feliz que crees mostrarles a tus amigos. Necesito que abras los ojos para que de una vez por todas te des cuenta que…
Para que de una vez por todas te des cuenta que frente a ti hay un hijo que pide a gritos ayuda. Un hijo que hace un año intenta decirte que se va a morir. Un hijo que a los 16 años tuvo que ir solo al médico y se tuvo que enterar que tenía leucemia. Un hijo que está tan asustado que no tuvo el valor de decir en otra instancia como estaba y que decidió vivir a concho su vida aunque esto significara alejarse de todos ustedes. ¡Tengo rabia de vivir!
(hijo corre donde la mamá, la abraza y muere)